domingo, 28 de marzo de 2010

24 DE MARZO


El día amaneció soleado, mi cuerpo se aprestaba para una jornada si bien de descanso y reflexión lo hacia también para encontrarse con el peso del encuentro espiritual con los compañeros que hoy no están, pero, que están en nosotros cada ves que los evocamos, que esbozamos una canción, que los proyectamos en el escenario con los dedos en V, pero que estarán definitivamente cuando concretemos en la pelea, los que ellos andaban soñando.

Desayune un café con leche con media lunas en la estación de servicio de la esquina de casa, los autos entran y salen, la gente a mi alrededor conversa sus temas rutinarios, es un día de asueto laboral, para algunos es solo eso.


Nos juntamos con los compañeros en Montevideo y la cañada, llega Julio en uno de los autos y me gasta si me voy de picnic, ya que me había calzado unas bermudas y franciscanas, entre tanto llegan otros compañeros en auto que nos trasportarían a la inauguración del Campo de la Rivera, ayer otro centro clandestino de detención.

Llegamos a la rivera, deduzco que su nombre proviene por estar a la rivera del rio, en verdad no lo se con certeza, Sus barriadas aledañas son muy humildes, los compañeros de ahí también lo son, es una fotografía precisa de los que los carceleros querían con certeza.


Abrazos, besos con compañeros, que si bien uno los ve periódicamente, ahí es como si nos encontráramos no tan solo físicamente, si no con nuestro corazón, nuestros sueños.

Comienza el acto que nos convoca, como comienzan siempre los actos, el himno nacional, las palabras, el coro, el grupo folclórico que rememoran a los luchadores, nosotros seguimos la charla con los compañeros, empezamos a recorrer el lugar, lo queremos imaginar sin el bullicio, queremos desenterrar los gritos de dolor e impotencia de los que hoy vemos en fotografías que cuelgan de un piolín.

Estamos sentados a la mesa del compañero Pirincho que nos ha invitado a su casa a comer algo. Teresa troza el pollo y nos sirve acompañado de papas fritas, los compañeros discuten, desde la cantidad de cementos que hay en nuestros barrios, el negocio que ello implica, hasta la asignación universal por hijos donde algunos opinan que no tiene que ser tan universal.

Ya estamos montados de vuelta a los autos que nos llevaran a la marcha. Llegamos, las banderas multicolores flamean, las cantata popular se desplega, a mi me queda dando vuelta en la cabeza aquella que dice “vea, vea, que cosa más bonita salieron a la calle los muchachos Peronistas”.

Y salimos , para dar la pelea por los que ellos andaban soñando.


ALBERTO REYNA

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