miércoles, 25 de noviembre de 2009

Día del Pensamiento Nacional


Homenaje a Arturo Jauretche

El 13 de noviembre ha sido designado «Día del Pensamiento Nacional» por conmemorarse el nacimiento de Arturo Jauretche. En esta ocasión decidimos transcribir una entrevista publicada en la revista Extra en el año 1970, titulada Historia del zonzaje. ¿Predecía don Arturo, hace cuatro décadas, que tendríamos un Macri gobernando la Ciudad de Buenos Aires?
- Doctor Jauretche, ¿cuál fue el primer zonzo notorio que usted conoció? -
Yo mismo (porque creía en todas las zonceras)
- Es decir que, para comenzar, usted admite una primitiva zoncera propia. - En el Manual de zonceras, recuerdo aquella frase humorística, tan corriente entre nosotros, de «mama, haceme grande que zonzo me vengo solo». Evidentemente, esto conduce a hacer de un «zonzo» un «gran zonzo», porque nadie se vuelve zonzo porque sí.
- Entonces, ¿no se es un «zonzo político» al nacer? - ¡No! Está todo organizado para que los argentinos «se vengan zonzos». En Los profetas del odio y la yapa he mostrado cómo está constituido todo el aparato del azonzamiento nacional.
- Usted pinta la situación desde un punto de vista demasiado rotundo. ¿No cree que existen posibilidades de eludir el hecho de convertirse, fatalmente, en un zonzo? - Es muy difícil por lo menos lo era escapar a la conformación mental que el aparato provoca en los argentinos. Por eso, ahora, se hace más fácil entender lo que dije al principio de que yo era un «zonzo grande». Eso es lógico, porque mi mamá se encargó de hacerme grande y el aparato me modeló intelectualmente.
- ¿Usted se dio cuenta de repente de su zoncera o fue a través de un proceso lento?
- Esto es muy difícil de precisar. Lo primero que ocurrió es que adquirí cierta comprensión política. Yo había sido en mi adolescencia y hasta la edad de la «colimba», un convencido a pie y juntillas, de la ideología liberal y extranjerizante. Después empecé a entender los fenómenos económicos del país; eso lo logré mirando desde el país hacia la teoría y no, como había hecho antes, desde la teoría hacia el país. Desde ese momento, justito, me empecé a iluminar sobre las zonceras que habían facilitado nuestra colonización cultural. Esto no pasó hasta que me apeé de las pretensiones intelectuales de todo joven estudiante y empecé a ver el mundo desde el ángulo más simple del sentido común, del buen sentido.
- ¿Podría darnos un ejemplo de zoncera?
«...después empecé a entender los fenómenos económicos del país; eso lo logré mirando desde el país hacia la teoría y no, como había hecho antes, desde la teoría hacia el país» - Sí. Una de las más repetidas es esa de «la imagen que el país da en el exterior». ¿Cuál es el espejo en el que esa imagen se refleja? El «espejo» es el Times, Financial Times o Chicago Tribune, para unos gustos, o los diarios de Moscú o China, para otros. Lógicamente la imagen del país que les gusta es la que a ellos les conviene. Por ejemplo: Faruk le debió gustar mucho más al Times que Nasser y lógicamente el obeso rey de Egipto debió dar mejor «imagen exterior» que el coronel que lo sucedió. Con eso que le digo está claro que la primera condición para no ser zonzo es decirle «qué me importa» a la opinión de afuera y además, no pensar como intelectual sino como hombre.
- Usted marca una división, una especie de divorcio, entre los sectores pensantes y los populares - A nadie se le escapa la particularidad de la política argentina de que los llamados cultos siempre han estado en oposición a las mayorías populares. ¿Es una casualidad que hayan estado contra Rosas, Yrigoyen y Perón?
- Entonces, según usted, ¿pueblo y cultura son incompatibles?
- Este sería el único país del mundo donde ese fenómeno se produciría, por lo menos si nos comparamos con los países llamados «rectores» en los que la «elite cultural» se reparte entre las fuerzas históricas en pugna. Pero no– no se da esa oposición entre cultura y pueblo sino que lo que ocurre es que tenemos dos culturas: la que se elabora en la vida por el contacto con la realidad, carente de pedantería y de ciencia infusa, que es la del pueblo, y la «otra cultura». Esta última es la «cultura de pega», administrada por el aparato de la colonización pedagógica, que trabaja desde la escuela, la enseñanza secundaria, la universidad y los medios de difusión. Todos esos medios están organizados para producir esa «otra cultura» e impedir la realización de una cultura nacional y propia. Fíjese, sin ir más lejos, las academias [–] Es inútil buscar en esas academias a figura alguna que haya coincidido, en política, con los sectores populares y en teoría, con los planteos nacionales.
- ¿Se fabrican «prestigios»?
- Sí. El aparato que «hace» el prestigio excluye a los últimos que acabo de nombrar, los esteriliza y los mantiene en el anónimo, para que no lleguen a niveles importantes y decisivos. Cuando usted comprueba eso, inmediatamente se da cuenta de que ese aparato se ha conformado históricamente y ha confundido la historia. Esto también habla de la necesidad de revisar la historia nacional. En nuestra época no había caminos abiertos para descubrir cómo se construye la «zoncera cultural». A mí, esta necesidad de revisar la historia se me apareció cuando ya estaba muy poco verde y más que pintón. En 1935, en un poema gauchesco, hecho después de una revolución en la que participé, expreso casi todos los puntos de partida de mi pensamiento actual. Pero todavía se me mete por allí algún elogio a Caseros. Iba rompiendo las maneas de la colonización cultural, pero todavía no las conocía todas y aún desconfío de que todavía no esté atado por alguna.
- ¿Sigue aumentando ahora el número de «zonzos»? - Los de ahora están en otra situación. La contradicción entre el país y su cáscara cultural es ya demasiado visible y la cáscara se está agrietando [–] Siempre existe el peligro si no se mueven las bases del problema. El error consiste en querer «pensar el país» con modelitos importados y querer aplicarlos aquí.
- Eso de la «democracia representativa a través de los partidos políticos tradicionales», ¿es una zoncera? - No, no lo creo. Más bien los que están acabados son los partidos tradicionales. Esa es una zoncera a medias, diremos que circunstancial. Eso de que los partidos tradicionales están acabados se sabe desde 1945. Figúrese que un desconocido les juntó la cabeza a todos esos partidos y eso ocurrió simplemente porque ese desconocido se puso al frente de la Argentina real y los otros no hicieron más que apretarse en torno de una Argentina perimida Este asunto de los partidos políticos u otra forma de representatividad es la continuación de otra zoncera, que consiste en creer que lo importante no es la sustancia sino la forma. Antes de Caseros ya había dicho Florencia Varela que «no había que tomar la medida de la cabeza, sino adaptar la cabeza al sombrero». Los que hacen cuestión de formas institucionales y políticas, olvidándose del ser nacional, simplemente se quieren poner un sombrerito importado.
- ¿No quedan más zonzos jóvenes?
- No existen zonzos jóvenes. Los jóvenes que comulgan con la zoncera no lo hacen por zonzos, precisamente. Por el contrario, lo hacen de pícaros. Son zonzos espontáneos que quieren hacer la carrera de los honores y sabe bien que para eso hay que acomodarse a las exigencias de las superestructuras.

señales populares

No hay comentarios:

Publicar un comentario