miércoles, 25 de noviembre de 2009

Las furias desatadas


"Exigimos respeto a nuestra dignidad"



El pueblo desunido, siempre será vencido. El pueblo desorganizado, siempre será reventado. Estas son las consignas de quienes en el poder y a través de sus lenguaraces claman contra los piqueteros, las demostraciones callejeras y potentes organizaciones como la que se desarrolla en Jujuy liderada por una mujer: Milagro Sala. Es imperdonable, inaceptable, insoportable que alguien de humildísima raíz social haya logrado crear con la ayuda, el esfuerzo y la colaboración de sus iguales el más notable y más fuerte movimiento autogestionario del país. Y peor aún: colocado bajo el severo e insurgente recuerdo de Túpac Amaru. Y para colmo: habiendo logrado durante años desafiar las represiones gasificadas y regadas con balas de goma obsequiadas por la gentil policía lugareña.

Los pecados de Milagro son haber construido una organización que da trabajo a 15.000 personas y es la tercera en la provincia en la cantidad de personas empleadas. Su Túpac Amaru ha construido 3800 viviendas con fondos proporcionados por el Estado; lo ha hecho a un costo sensiblemente inferior que el cotizado por empresas de construcción. Agrupadas las casas (de 54m2) en barrios, estos cuentan con pileta de natación, polideportivos y otras comodidades hirientes para aquellos que sólo conciben a los pobres viviendo en miserables villas miseria, chapoteando en aguas estancadas y no disfrutando de comodidades propias de seres humanos. La organización Túpac Amaru ha construido dos escuelas donde los alumnos, no importa su edad, terminan sus estudios primarios o secundarios. Amén de los currículos aprobados por las instancias educacionales provinciales y nacionales, en las escuelas se enseña Historia y Cultura de Jujuy y de los Pueblos Originarios, Lucha del Movimiento Obrero, etc. Los pobres enseñan a los pobres su propia historia, por lo general ignorada en los planes oficiales. Un buen lote de alumnos, 2500, son atendidos por 150 profesores pagados por la propia organización. Disponen de laboratorio, biblioteca y computación. Sin duda todo esto es medio asustador para los que sueñan con un pueblo disperso, fragmentado, entregado a la tristeza, la abulia y la ignorancia que le reservan los poderosos; un pueblo conformado a su suerte y sobre todo, conformado a algo parecido a una resignación bovina. Y si los pobres quieren armar barullo, que lo hagan en el interior de sus villas, sin tener la osadía de andar por las asfaltadas calles urbanas provocando obstrucciones en el tráfico vehicular. ( Dicho sea de paso, el señor Macri proveerá con su policía para que ello no suceda: después de la limpieza de indigentes se anuncia la puesta en caja de los protestones callejeros). Pero sigamos con Milagro y los «milagros» del esfuerzo concertado y colectivo preocupado con seres humanos y no apenas con las ganancias en dinero. La Túpac Amaru está instalada en 400 barrios de Jujuy y ha desbordado los límites de la provincia: ya está en 17. Las fábricas de la Túpac (6 en total) producen materiales para la construcción, guardapolvos, jeans, etc. Dos centros de salud ofrecen los servicios de 42 profesionales, médicos, farmacéuticos, laboratoristas; disponen de dos ambulancias muy bien equipadas, tomógrafo y mamógrafo. Otro motivo irritante para los que quieren a los pobres pagando lo que consumen, y si no tienen con qué pagar que se embromen: la atención y los remedios son gratuitos. Es realmente molesto que los pobres puedan acceder a ciertos «lujos» que siempre les fueron vedados, y que hoy constituyen lo indispensable para una vida decente, sana, bien comida y con acceso a los bienes culturales. Todo el universo de realizaciones del que hemos dado una pálida idea ha desatado las furias de ilustres personajes de la patria, algunos nativos de la misma Jujuy. El senador Morales de la U.C.R. ha descubierto que Milagro Sala anda en malas compañías, obviamente (no podía ser diferente) con la mafia de la droga. Celoso defensor de la pureza de costumbres y de una moral sin tachas como puede ser la que va acompañada por la pobreza «digna», pero menos indignado por patrimonios sensiblemente acrecidos en un corto tiempo, oscuros negociados y comisiones de escasa santidad, el senador ha soltado los perros de la rabia y los ha lanzado furiosos contra esa degradación de Jujuy a que se ha entregado el movimiento que dirige una mujer de humildísimo origen social y que sin títulos universitarios ni antepasados conquistadores del desierto supo armar, repito, con la ayuda, la colaboración de sus iguales y los fondos que el Estado le proporciona, un ejemplo de lo que pueden los talentos populares cuando emancipados de las férulas patronales se entregan a la creación de una realidad mejor para ellos y sus hijos. La demostración de que el pueblo no necesita de los «de arriba» para construir realidades mejores es insoportable para los no escasos espíritus mal pensantes. Es como un chispazo de advertencia sobre un futuro posible. Entre tanto, las furias andan sueltas.

León Pomer

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